Hombre de Piltdown y el autor del fraude.

VESTIGIO FRAGUADO

Vestigio: 
Señal o huella que queda de algo o de alguien que ha pasado o que ha desaparecido y que es un indicio por el que se infiere la verdad de algo.

Fraguar:
Dar a una cosa la consistencia o forma requerida para desarrollarse o producir un resultado o efecto determinado.

 

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La historia del Hombre de Piltdown tiene su inicio en la mañana del 15 de febrero de 1912, Arthur Smith Woodward, encargado de la geología en el Museo de Historia Natural de Londres se sentó en su escritorio para abrir su correo.

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Dentro de las cartas recibidas se encontraba una carta de su amigo Charles Dawson, un abogado y conocido anticuario aficionado.

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En dicha carta,  Charles Dawson le comentó que había tropezado con una capa de grava muy vieja, cerca de un pueblo llamado Piltdown ( Barkham Manor en Piltdown Common, cerca de Lewes en Sussex)  donde había encontrado algunos pedernales manchados de hierro y que uno de sus trabajadores le había proporcionado :

“Una porción de un cráneo humano … de inmenso grosor, que rivalizaría con el Homo heidelbergensis en solidez”

Esta fue la primera mención, hecha al mundo exterior, del fósil que se conocería como el Hombre de Piltdown.

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En mayo, Arthur Smith Woodward se hizo cargo de las primeras piezas del cráneo de Piltdown.

Interesado en el tema, Arthur Smith Woodward  ofreció su ayuda por lo que se unió a las excavaciones en Barkham Manor

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Junto a Charles Dawson descubrieron más fragmentos de cráneo.

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Una mandíbula que no parecía provenir de un humano, pero los dientes que sostenía parecían haber sido desgastados de una forma típicamente humana.

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Un conjunto de dientes.

 

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Herramientas primitivas de pedernal y restos de animales, incluidos los dientes de hipopótamos que solían revolcarse en los pozos de agua ingleses en la antigüedad.

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Al estar los huesos y artefactos en el mismo lugar, se puede deducir que se conectan a la misma persona.

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El 21 de noviembre de 1912, el Manchester Guardian rompió la historia.

Bajo el titular:

“The Earliest Man: Remarkable Discovery in Sussex”

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El periódico reveló detalles del cráneo, cuya edad estimada, entre 500,000 y 1,000,000 de años, lo convirtió en:

“El rastro más antiguo de la humanidad que se ha encontrado en Inglaterra”.

Los trabajos continuaron.

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Unas semanas más tarde, Arthur Smith Woodward delineó más detalles para la aprobación científica general cuando anunció el hallazgo en una reunión de la Sociedad Geológica de Londres el 18 de diciembre de 1912.

Fue noticia de primera plana al día siguiente.

Resultado de imagen para November 21, 1912, the Manchester Guardian The Earliest Man: Remarkable Discovery in Sussex

El material presentado a la Sociedad Geológica de Londres en 1912 consistía en una mandíbula parecida a un simio que contenía dos dientes molares desgastados y partes de una caja craneal humana.

Arthur Smith Woodward  afirmó que los fósiles representaban una especie previamente desconocida de homínido extinto al que se le puso el nombre en latin Eoanthropus dawsoni (Dawson’s dawn-man ¨ el hombre del amanecer de Dawson” ) obviamente en honor a su descubridor.

Afirmó que el Hombre de Piltdown era el eslabón evolutivo que falta entre los simios y los primeros humanos.

El eslabón perdido.

Comparación de la mitad derecha de la mandíbula inferior de un chimpancé (A) con la del Hombre de Piltdown (B) y el hombre moderno (C), visto desde arriba.

Arthur Smith Woodward  anunció que una reconstrucción de los fragmentos indicaba que el cráneo era en muchos sentidos similar al de un ser humano moderno, excepto el occipucio (la parte del cráneo que se encuentra en la columna vertebral ) y el tamaño del cerebro, el cual era aproximadamente un tercio más pequeño que el cerebro del ser humano moderno.

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Siguió indicando que, salvo dos dientes molares similares a los humanos, el hueso de la mandíbula era indistinguible del de un chimpancé joven y moderno.

La combinación de un cráneo humano con una mandíbula similar a un simio tendía a apoyar primeramente:

Que era el eslabón perdido.

Y:

Que la evolución humana comenzaba con el desarrollo del cerebro.

Esto es, que primero tuvimos cerebro grande y después evolucionamos.

Una noción que prevalecía entre los científicos de Inglaterra en aquella época.

Sus afirmaciones, por lo tanto, fueron respaldadas con entusiasmo y sin críticas por parte de algunos prominentes científicos ingleses.

El Hombre de Piltdown sin duda alguna era la evidencia de que las Islas Británicas habían sido un sitio importante de la evolución humana temprana.

Eran la cuna de la humanidad.

Lo anterior causó sensación.

El primer inglés había sido descubierto.

Un ancestro anterior a los cromañones, neandertales, heidelbergensis y otros humanos primitivos que habían estado en los titulares durante varias décadas.

Ahora Inglaterra tenía un verdadero rival fósil.

Las excavaciones en Piltdown continuaron.

En agosto de 1913, el padre Teilhard de Chardin, que vivía en Sussex, se unió al grupo y encontró un diente canino.

Teilhard de Chardin, el arqueólogo religioso que creía en la “Santa Evolución”

Finalmente vino el descubrimiento de un hueso de elefante con la forma de una herramienta de mano.

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En el invierno de 1915, Charles Dawson le dio a Arthur Smith Woodward algunos fragmentos de un segundo cráneo encontrado en Sheffield Park, a solo una milla de Piltdown y que se empezó a conocer como Piltdown II.

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Eran la parte supraorbital interna de un hueso frontal, la mitad de un hueso occipital y un primer diente molar inferior izquierdo, todos aparentemente del mismo individuo y que se ajustaban al tipo Eoanthropus dawsoni.

Las posibilidades de encontrar dos veces piezas de hueso de un hombre y de un mono en dos distintos lugares son remotas.

Sin duda debían provenir del mismo individuo y confirmaron la existencia del Hombre de Piltdown.

En el mes de enero de 1917 fueron presentados estos fragmentos a la sociedad geológica, Charles Dawson murió de septicemia el 10 de agosto 1916, no se realizaron más hallazgos en Piltdown a pesar de que las excavaciones continuaron por décadas.

 

Para el año de 1915, el hombre del amanecer de Dawson se había convertido en un hecho científico establecido.

La pintura, Una discusión sobre el Cráneo de Piltdown, de John Cooke, presenta a sus descubridores en una atmósfera casi sagrada.

En la pintura tenemos en la primera fila (desde la izquierda): AS Underwood, Arthur Keith , WP Pycraft y Ray Lankester.

En la fila posterior : FO Barlow, G. Elliot Smith , Charles Dawson , Arthur Smith Woodward.

Archivo: Piltdown gang (dark) .jpg

Lo que llama la atención de la pintura es que detrás de la figura de Charles Dawson se encuentra una foto de Charles Darwin, tal pareciera que le pasa la estafeta.

Uno de ellos puso la teoría y el otro puso la evidencia.

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Se hicieron varias reconstrucciones del cráneo.

 

Varias reconstrucciones del cráneo de Piltdown. (a) Smith Woodward y el primer intento de Pycraft; (b) la primera reconstrucción de Arthur Keith; (c) la reconstrucción final de Smith Woodward. Una reconstrucción temprana de la cabeza de Piltdown Man por JH McGregor (d) contrastó aquí con una reconstrucción posterior por Maurice Wilson creada para la Exposición de Gran Bretaña en 1950 (e) y el retrato de John Cooke (f) que finalmente se usó como el frontispicio de The Earliest Englishman. 

A.- la reconstrucción que hizo Smith Woodward.

B.- La reconstrucción de Arthur Keith.

C.- La reconstrucción final de Smith Woodward.

D.- Una reconstrucción temprana de la cabeza realizada por JH McGregor.

E.- Una reconstrucción posterior de Maurice Wilson creada para la Exposición de Gran Bretaña en 1950.

F.- El retrato de John Cooke que finalmente se usó como el primer Ingles.

Fue tan impactante para la historia de la humanidad, que se develó un monumento en su honor.

Sir Arthur Keith, la mayor eminencia que aseguró la autenticidad del hallazgo, descubre el monolito que recuerde que allí se encontró el fósil más importante de la arqueología

Pero …….

Era demasiado bueno para ser verdad.

El hombre de Piltdown es un fraude.

Si bien algunos científicos lo aceptaron como el eslabón perdido, otros se mostraron escépticos desde el principio.

La mayoría de los científicos saben que las cosas son evolutivas, cuando hay un descubrimiento de campo que va en contra de otros descubrimientos, cuando no es algo esperado, cuando es algo fuera de lo común, se recibe con un ojo muy escéptico.

El Hombre de Piltdown no fue la excepción.

Se empezó a cuestionar el hallazgo casi de inmediato.

El primero de ellos fue el anatomista David Waterson del King’s College London, publicó en la revista Nature sus conclusiones.

El cráneo parecía humano, mientras que la mandíbula se parecía a la de un chimpancé.

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Nadie más parece haber estado en desacuerdo, al parecer por una razón muy sencilla.

La paleontología en Gran Bretaña no aportaba nada a la evolución del humano.

Excavaciones en Francia, que dieron como resultado el hallazgo del hombre Cro-Magnon, en Alemania fueron encontrados el hombre Neanderthal y Heidelberg.

Gran Bretaña no tenía nada.

Solamente su orgullo.

Hasta que llegó el hombre de Pltdown.

A finales de 1913  Arthur Keith también objetó el hallazgo.

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Arthur Keith señaló que los molares humanos son el resultado del movimiento de lado a lado al masticar.

El diente canino en la mandíbula del Hombre de Piltdown era imposible ya que impedía el movimiento de masticación de lado a lado.

Para explicar el desgaste de los dientes molares, el canino no podría haber estado más alto que los molares.

Respecto a la mandíbula mencionó que el borde sinfisial inferior no estaba redondeado como en los humanos pero tenía una pestaña delgada, curvada hacia adentro, como se encuentra en los simios.

Aquí vemos la diferencia.

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En el año de 1915 el paleontólogo francés Marcellin Boule llegó a la misma conclusión.

El zoólogo estadounidense Gerrit Smith Miller concluyó que la mandíbula del Hombre de Piltdown procedía de un fósil de simio.

En 1923, Franz Weidenreich examinó los restos.

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Su informe indica correctamente que los restos consistían en un cráneo humano moderno y una mandíbula de orangután con dientes afilados por manipulación.

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A medida que pasaban las décadas, los científicos de otros países descubrieron más y más fósiles de simios tempranos que diferían marcadamente del Hombre de Piltdown.

Los nuevos fósiles encontrados tenían cráneos pequeños pero dientes relativamente similares a los humanos.

Lo opuesto al Hombre de Piltdown.

En 1930, una gran cantidad de otros hallazgos de Pithecanthropus erectus ( Homo erectus) demostraron que los primeros pasos evolutivos de ancestros simiescos a humanos fueron sobre la forma de caminar y los dientes, no el cerebro.

Aquellos primeros prehumanos se encontraron exclusivamente en África.

hominid fossil sites in sub-Saharan Africa

También se descubrieron los más primitivos, el Australopithecus y otros ejemplos de fósiles de homínidos en China, Indonesia y África, ninguno de los cuales mostraba la combinación peculiar de una mandíbula simiesca y un cráneo de medidas casi similares al humano actual, tal y como se compone hombre de Piltdown lo que ocasionó que quedara completamente aislado en la secuencia evolutiva.

 

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El Hombre de Piltdown era lo suficientemente joven, se dice que tenía unos 500,000 años de edad,  para estar fuera de África.

Por otra parte el descubrimiento del Hombre de Piltdown pareció apoyar la teoría de los paleontólogos ingleses, que consiste en la creencia de que el crecimiento del poder intelectual había impulsado la evolución humana.

Esto es, nuestra inteligencia, sobre todo, nos separó del reino animal.

Por lo tanto, nuestros cerebros se habrían expandido temprano en nuestra evolución y la evidencia de eso debería verse en los cráneos fósiles encontrados.

Tal y como es el caso del Hombre de  Piltdown que tenía una gran caja craneal pero dientes primitivos, lo que sugiere, erróneamente, que nuestra ampliación craneal había ocurrido al principio de nuestra evolución.

De hecho, los cerebros llegaron tarde a la humanidad.

Tres características especiales marcan al Homo sapiens del resto del mundo de los primates.

Caminamos erguidos, hacemos herramientas complejas y tenemos grandes cerebros.

Y de estas características, se pensó, durante mucho tiempo, que los cerebros grandes estaban primero.

Impulsaron la necesidad de liberar las manos y los brazos para fabricar herramientas, que nuestro intelecto en desarrollo inventó posteriormente.

Eso es lo que se pretendía probar con el hallazgo del Hombre de Piltdown. 

Que primero fue el cerebro.

Pero ahora sabemos que esta secuencia no es el caso. 

La posición vertical fue lo primero, las herramientas vinieron después y los cerebros grandes, medidos en términos de estándares humanos modernos, llegaron al final.

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La falsificación del Hombre de Piltdown fue una mala suposición.

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La combinación de dientes semejantes a simios, cerebro grande y frente alta lo hizo muy sospechoso desde un inicio.

El problema es que no había acceso a los restos, Charles Dawson murió en 1916 y al año siguiente empezó la guerra mundial.

Lo único que tuvieron los científicos para su estudio eran reproducciones sacadas del molde de los restos originales que duraron guardados décadas bajo llave.

Cuando los restos estuvieron disponibles, finalmente se reveló el engaño.

En noviembre de 1953, la revista Time publicó pruebas reunidas por un equipo liderado por el geólogo Kenneth Oakley, el anatomista Wilfrid Le Gros Clark y el antropólogo Joseph Weinerdemostrando que el Hombre de Piltdown era una falsificación  y demostrando que el fósil era un compuesto de tres especies distintas.

La técnica aplicada es conocida como Fluorine Analysis o Fluorine Dating.

Es un método de datación que se basa en el hecho de que hay cambios químicos progresivos específicos en los restos esqueléticos que resultan del enterramiento subterráneo.

A medida que pasa el tiempo, los componentes orgánicos del hueso, principalmente grasas y proteínas, se pierden a través de la acción bacteriana.

Como estos componentes contienen nitrógeno, hay una pérdida progresiva de ese elemento.

Al mismo tiempo, los depósitos de agua subterránea filtran cantidades de flúor y otros elementos, como el uranio, en el hueso.

Como resultado, la cantidad de flúor y otros elementos aumenta progresivamente y se puede establecer la fecha relativa del sitio de Piltdown.

Por lo que se pudo constatar que el cráneo humano tiene una antigüedad de 600 años, la mandíbula inferior y unos dientes molares de un orangután tienen 500 años y un diente canino fósil de chimpancé 800 años.

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El Hombre de Piltdown tenía defectos cronológicos.

El Hombre de Piltdown era un rompecabezas.

Y el acertijo se empezaba a develar.

La continuación la tuvimos en 1955 cuando se reveló que la mayor parte del material había sido teñido artificialmente de color marrón para que coincidiera con las gravas locales.

Alguien había creado la apariencia de la edad al teñir los huesos con una solución de hierro y ácido crómico, elementos que no se encuentran en la localidad.

El análisis microscópico de los molares reveló marcas en los dientes ocasionadas ya que habían sido limados para adaptarse a la expectativa de un patrón de desgaste humano.

Si bien los restos asociados eran de animales auténticamente extintos, no eran de procedencia británica.

Toda la evidencia acumulada lleva a una conclusión innegable:

El cráneo era falso.

El tiempo siguió su curso.

Siguieron los adelantos tecnológicos que fueron aplicados en el 2016 en un nuevo examen forense del material original, publicado en la Royal Society Open Science.

Dieciséis científicos de once instituciones de investigación sometieron los huesos y dientes a tecnologías que no estaban disponibles durante la mayor parte de la historia del hallazgo:

Tomografía computarizada, mediciones de alta precisión, espectroscopía,  análisis morfométrico,  análisis de ADN  y antropología virtual (estudio de representaciones tridimensionales de los especímenes).

Los resultados fueron los siguientes:

El Hombre de Piltdown consistía en dos cráneos de diferentes humanos, una mandíbula de orangután, un molar de orangután, una hueso de elefante, un diente de hipopótamo y un diente canino de un chimpancé.

Los fracmentos de cráneo humano pertenece a dos diferentes individuos, uno de ellos femenino y  tienen aproximadamente 620 años.

Es posible que pertenecieran a los indios Ona de la Patagonia, ya que los cráneos eran inusualmente gruesos, un rasgo común entre los indios Ona.

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La mandíbula del orangután tiene alrededor de 500 años, tal vez de Sarawak, Borneo.

Figura 4.

Los estudios arrojaron en combinación los siguientes resultados.

Los análisis morfométricos geométricos vinculan la mandíbula Piltdown I y el molar Piltdown II.

La morfometría tradicional vincula la mandíbula con el canino.

El análisis de ADN vincula al canino y al molar de Piltdown II.

Por lo tanto, el  falsificador del hombre de Piltdown usó un solo espécimen de orangután originario del sudoeste de Sarawak para construir partes tanto de Piltdown I como de Piltdown II.

El hueso de elefante en forma de supuesta herramienta se cree que es de Túnez y fue tallado de un femur.

El conocido como ‘bate de cricket‘ era tan falso como el resto, había sido tallado con un cuchillo de acero de un hueso de elefante fósil.

Se cree que el diente de hipopótamo vino de Malta o quizás de Sicilia.

La letra A, porción del tercer diente molar inferior encontrado en Piltdown, vista de la corona; B, vista lateral; C, vista superior de la mandíbula inferior de un hipopótamo .

El diente canino pertenecía a un chimpancé del Pleistoceno y no tenían raíz, las líneas blancas punteadas en el vértice de la raíz dan una indicación de cuánto tiempo pudo haber estado originalmente la raíz no dañada , dichos caninos son típicos de gran simio y no de humanos.

Los cráneos habían sido tratados con ácido.

Todos los restos fósiles se tiñeron con una solución de sulfato de hierro.

El diente canino estaba pintado de marrón.

The skull fragments (pictured) and teeth from Piltdown man were stained reddish brown like the gravels they were found in

La porción de la mandíbula del orangután que se conectaba con el cráneo se rompió cuidadosamente para no mostrar evidencia de que esta mandíbula no pertenecía a un cráneo humano.

Se pudieron apreciar las raíces rotas ( a ) y la grieta que recorre longitudinalmente el cuerpo ( b ).

Figura 7.

Los huesos y los dientes se rellenaron con piedras pequeñas, el diente canino tenía 15 piedritas de grava (b) que han quedado en solamente cuatro piedritas ya que las restantes se le salieron por la perforación que se le realizó .

Figura 5.

Después de llenar los dientes de grava, se repararon con masilla de la que usa el dentista.

CT scan of the Piltdown teeth

Imágenes por rayos X y tomografías computarizadas de alta resolución mostraron que varios huesos y dientes habían sido cargados de grava y los agujeros estaban tapados con pequeños guijarros, todos los cuales provenían de sedimentos similares a los encontrados en Piltdown.

Un bloque de grava de Piltdown dentro del escáner CT del museo

En conclusión, la investigación también revela que toda la colección de huesos se preparó para el fraude de la misma manera.

Los dientes estaban rellenos de grava del lugar en que los encontraron.

Los dientes fueron rellenados para que pesaran más ya que los dientes de los fósiles son más pesados.

Además de esto, se usó la misma masilla en los huesos para mantener los tapones de grava en su lugar y restaurar uno de los dientes en la mandíbula del orangután.

Figura 6.

Los dientes caninos y molares de los dos sitios separados de Piltdown se vinculan con el mismo individuo orangután.

Los dientes habían sido insertados en la mandíbula con esa misma masilla.

Un diente había sido dañado en la falsificación y luego reconstruido por el impostor.

Se usaron dos grupos humanos de restos en el fraude, pero solo un orangután.

Se hicieron las mismas modificaciones en el orangután y el material humano de ambos sitios de Piltdown.

El análisis reveló que el falsificador no era un conservador entrenado.

Parte del trabajo muestra habilidades inexpertas, lo que dio como resultado huesos fracturados, el fraguado de la masilla demasiado rápido y el agrietamiento de los dientes al aflojarse.

Así tenemos las modificaciones realizadas, ( a , b ) fotos y tomografías que muestran la eliminación de material de las cúspides en un plano horizontal antinatural y reconstrucción del esmalte en el margen lingual ( c ) Comparación de modificaciones superficiales en diferentes áreas de la IM de Piltdown 1 : esmalte ( d ), dentina ( e ), masilla reparadora ( f ) y esmalte teñido ( g ).

Figura 8.

Otra situación que se aclaró con el nuevo examen forense del material original, publicado en la Royal Society Open Science tiene que ver con el autor de la falsificación.

Comprender qué se usó para falsificar el fósil que engañó a los científicos durante cuatro décadas y cómo se fabricaron fueron de las principales incógnitas que se trataron de resolver para acercarse más a la identificación de si hubo uno o más embaucadores y tratar de saber la razón por qué arriesgarían a su reputación para engañar a la comunidad científica.

Una de las cosas más importantes es que encontraron una sola huella digital en la masilla utilizada.

Lo cual nos dice que el fraude fue realizado por una sola persona.

Cualquier número de personas puede ser responsable.

Más de 30 personas han sido acusadas de ser falsificadores del Hombre de Piltdown.

Los candidatos incluyen a Arthur Conan Doyle, el inventor de Sherlock Holmes, que jugó al golf en Piltdown por lo que pasaba constantemente por el camino en que fueron encontrados los restos y tuvo un agravio contra los científicos debido a sus creencias espirituales, era miembro de la misma sociedad arqueológica que Charles Dawson y publicó The Lost World, una novela que involucraba pterodáctilos y homínidos primitivos, en el año que se descubrieron los restos del Hombre de Piltdown.

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Se podría argumentar que dejó pistas en su libro ‘The Lost World’, donde uno de sus personajes argumenta que un hueso puede ser tan fácil de falsificar como una fotografía.

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 Sin embargo, Arthur Conan Doyle parece haber sido un hombre muy honesto y hubiera sido completamente fuera de lugar para él haber estado involucrado en semejante engaño.

Así mismo fue señalado como sospechoso el filósofo, paleontólogo y presunto bromista jesuita Pierre Teilhard de Chardin, que vivía en Sussex en ese momento y que ayudó a Charles Dawson a excavar en Piltdown y que encontró el diente canino.

Arthur Smith Woodward, el científico del Museo de Historia Natural, que aceptó los hallazgos de Charles Dawson como genuinos y argumentó que pertenecían a una nueva especie de humano primitivo, también es candidato.

El problema con Arthur Smith Woodward surge ya que se retiró del Museo Británico en 1924 y pasó los siguientes 20 años, hasta su muerte en 1944, cavando en el sitio del Hombre de Piltdown en Piltdown en busca de más hallazgos.

No encontró ninguno.

Seguramente, si él era el autor de este engaño, no habría desperdiciado los últimos 20 años de su vida en lo que habría sabido que era una búsqueda fútil.

El anatomista Arthur Keith, quien también apoyó apasionadamente el descubrimiento.

También Martin Hinton, otro científico del museo, cuyas iniciales se encontraron, a mediados de los años 70, 10 años después de su muerte, en un viejo baúl de viaje oculto en un loft del museo, que contenía dientes y huesos de mamíferos manchados y tallados de la manera de los fósiles de Piltdown.

Pero el último estudio muestra que la falsificación fue obra de una persona, que trabajaba con huesos y dientes que nunca habían sido fosilizados, pero alterados y manchados para que parecieran plausibles.

Se demostró que solo hay un orangután por lo que solo hay un impostor.

Se demostró que hay una huella dactilar en la masilla de dentista utilizada que se usó para modificar las cosas.

Desde la década de 1950, la discusión ha girado a favor y en contra de Charles Dawson como autor de la falsificación del Hombre de Piltdown.

Sin embargo, se ha hecho evidente, a través del análisis de la carrera de Charles Dawson, que no todo es lo que parece.

De sus descubrimientos, al menos 38 son falsos:

Desde los dientes de P. dawsoni y el hacha de piedra con mango de Blackmore.

'Blackmore's stone axe' and other implements

El bote Bexhill.

The 'Bexhill Boat'

El ‘ladrillo de Pevensey.

 

El 'ladrillo de Pevensey'

La estatuilla supuestamente romana de Beauport Park.

La estatuilla "romana" de Beauport Park

El Martillo Bulverhythe Mesolithic.

El 'Bulverhythe Hammer'

La espuela Lewes Prick.

El 'Lewes Prick Spur'

 

Y el “Toad in the Hole” de Brighton.

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En marzo de 1909, Charles Dawson escribió a su amigo Arthur Smith Woodward quejándose de que estaba:

“Esperando el gran ‘hallazgo’ que nunca parece llegar”.

Poco tiempo después, Charles Dawson concibió su mayor engaño.

Tal vez con suerte lo eligirían miembro de Comunidad de la Royal Society y le otorgaría el título de caballero.

Ninguna de esas dos cosas sucedieron.

Murió en 1916 antes de recibir tan grandes honores.

Cuando murió, también lo hizo el hombre de Piltdown.

Ya no se hicieron más descubrimientos en el sitio de excavación en Sussex.

Todo el trabajo realizado en el hombre de Piltdown señala la participación central de Charles Dawson, la única persona conocida relacionada con los supuestos descubrimientos en el segundo sitio de Piltdown.

Charles Dawson tenía los medios, el motivo y la oportunidad.

Charles Dawson (sentado) también fue la única persona que estuvo en todos los descubrimientos relacionados con el Hombre de Piltdown I y el Hombre de Piltdown II entre 1912 y 1915, encontró la parte de un cráneo, mandíbula, dientes e incluso una herramienta de hueso tallado en forma de un bate de cricket.

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Parece que el mejor candidato para ser el perpetrador del fraude del Hombre de Piltdown no es otro que Charles Dawson.

Siempre fue vago acerca de los acontecimientos que rodearon el descubrimiento inicial en Piltdown y los posteriores hallazgos.

Lo cual es sumamente sospechoso sobretodo después de saberse que la mayoría de los artefactos históricos que supuestamente había encontrado y que estaban en exhibición en el Museo Hastings eran falsificaciones.

Utilizando sus habilidades perfeccionadas durante muchas décadas, parece ser que toda la carrera de arqueólogo de Charles Dawson estuvo basada en el fraude y el engaño académico, persiguiendo como ganancia final el reconocimiento internacional y no la recompensa financiera.

Charles Dawson era conocido por ser ambicioso.

Quería un reconocimiento profesional.

Él quería ser un miembro de la Royal Society, quería que la gente dejara de verlo como aficionado.

Lo anterior no es en base a suposiciones sobre egos.

Una prueba de ADN a los fósiles demostró que el diente descubierto en 1915 por Charles Dawson en Piltdown II pertenecía al cráneo original encontrado en Piltdown descubierto en 1911, lo que sugiere que había plantado a ambos fósiles.

Lo mismo que sucedió con la mandíbula y los dientes de orangután que también fueron encontrados en dos lugares diferentes por Charles Dawson.

Sin lugar a dudas, las posibilidades de que Charles Dawson tropezase con dos sitios arqueológicos falsos, a tres kilómetros de distancia, está más allá de la credulidad.

No necesitaba de ayuda.

Como coleccionista de larga trayectoria, también habría sabido qué agregar en forma de mamíferos fósiles y herramientas de piedra para dar testimonio de la antigüedad.

Sus al menos 38 falsificaciones que él plantó, son evidencia.

Forjó hachas, estatuillas, martillos antiguos, azulejos romanos y una serie de otros artefactos, trucos que le valieron las confraternidades tanto de la Sociedad Geológica como de la Sociedad de Anticuarios.

Lo sucedido en Piltdown no fue una excepción.

Fue la culminación del trabajo de una vida.

Tenía un lado oscuro.

Sus secretos salieron a la luz décadas después de su muerte.

Ciertamente, el hoy llamado Mago de Sussex había llegado lejos.

Y habría llegado aún más lejos.

Hubiera sido nombrado caballero, al igual que Keith y Arthur Smith Woodward, si no hubiera muerto de septicemia en 1916.

Piltdown Man ya no forma parte de nuestra evolución.

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Su cráneo fue tachado y por lo tanto eliminado como hombre originario.

Los cuatro hombres originarios: el hombre de Java, Piltdown -tachado-, neanderthal y el hombre de Cromañón en la edición de 1952 del libro “Elementos de la Biología”. Un año después, el fraude quedaba desarticulado

El hombre de Java, el hombre de Piltdown (tachado), el hombre de neanderthal y el hombre de Cromañón tal y como aparecían en la edición de 1952 del libro “Elementos de la Biología¨ publicado un año antes de que el fraude quedaba desarticulado.

¿Qué tenemos entonces?

El engaño de Piltdown.

Restos fosilizados de una forma desconocida  que confundieron a los expertos.

Ilusión de la paleontología.

El mismo hecho de que finalmente se reveló que era una falsificación es evidencia de que la ciencia es inherentemente capaz de ver a través de la ilusión, reconocer los errores y refinar sus ideas mediante el uso del método científico.

Muestra que las teorías como la evolución se basan en evidencia sólida y consistente que se comporta de la manera esperada.

Una sola falsificación no anula la evidencia real que existe

Una sola falsificación no prueba que toda la evidencia esté falsificada

También tenemos un orgullo nacional herido.

Alemania tenía al hombre de Neanderthal.

Francia tenía al hombre de Cro-Magnon.

Restos fósiles estaban surgiendo en África y Java ( Indonesia ), pero Gran Bretaña no tenía ninguno.

Hoy, sabemos que esto se debe a que las Islas Británicas estaban cubiertas de hielo cuando los primeros homínidos llegaron por primera vez a Europa.

Los británicos, que en ese momento estaban el apogeo de su Imperio, no jugaron ningún papel en la evolución de la humanidad.

Eso les dolía.

Por otra parte, el hombre de Piltdown no fue solamente un engaño.

Fue la culminación del trabajo de una vida.

El primer inglés no era más que un fraude barato.

Sin embargo, había llevado casi 40 años descubrirlo.

Los fraudes científicos, no son exclusivos  de  la Paleoantropología,  se
han dado en otros campos de la ciencia.

La falsificación le ha enseñado a la comunidad científica lecciones importantes, destacando el rigor requerido en la evaluación de nuevos descubrimientos.

Afortunadamente el trabajo científico no es la empresa de un solo hombre, sino el esfuerzo de una comunidad que sigue un método para conocer la realidad.

Sin duda alguna, las nuevas técnicas científicas pueden producir nuevos conocimientos sobre las antiguas preguntas paleoantropológicas.

Ese tipo de fraudes era sencillo realizarlos en la antigüedad.

Hoy tenemos aparte de método científico otros dos elementos para prevenir que nuevos fraudes sean perpetuados.

El desarrollo constante de nuevas técnicas de análisis y la disponibilidad de la evidencia científica para ser evaluada por otros investigadores.

Los australopitecos africanos aún no se habían descubierto, ni apenas tenían la riqueza de fósiles de homínidos africanos que conocemos hoy en día.

Garantia de que en caso de un fraude científico elaborado, también de manera sistemática será desmantelado.

El escándalo de Piltdown no deja de ser un fraude poco profesional, torpe y obvio.

Aunque se haya detectado hasta después de 40 años.

Es peligroso sacar conclusiones basándose en información limitada o nueva, tanto para la ciudadanía como para los científicos.

Más hay una nueva para todos esos nuevos falsificadores.

La naturaleza no miente.

IMAGINATE la explicación que hubiera proporcionado Charles Dawson.

 

 

 

 

4 comments

  1. Y hablando de fraudes, aquí van unos cuantos:

    El hombre de Nebraska
    El hombre de Java
    El hombre de Piltdown
    El hombre de Neandertal
    El hombre de Pekin
    Lucy
    Turkana Boy

    Australopithecus y el Homo habilis son en realidad totalmente un mono, mientras que el Homo erectus y el Homo sapiens, , son, de hecho, plenamente humanos y comparables al hombre moderno, con variaciones no superior a las variaciones naturales de la raza y la genética. Así que incluso después de 150 años de “descubrimientos” evolucionistas no estan cerca de encontrar una verdadera “especie de transición” existentes entre el mono y el hombre.

    Y pese a ello seguimos empecinados en “imaginar” que el hombre y el mono tuvieron un antepasado común.

    Como dijo Eistein: “Si los hechos no encajan en la teoría, cambie los hechos”. Sí señor!

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